Balance

Hace bastantes años atrás, el filósofo alemán G. W. F. Hegel escribió en su dialéctica del amo y el esclavo una historia que, pese a todo el tiempo que ha pasado, sigue dictando la tendencia de las relaciones humanas actuales, principalmente las de pareja.

Hegel le dio en el clavo: en las relaciones siempre hay alguien sometido, ya sea por tener un carácter más débil o porque su entrega lo hace más vulnerable y fácil de manipular. Por su lado, el otro actúa como el “amo”, sometiendo o abusando del “esclavo”, de manera consciente o inconsciente, con el poder que le da su desapego. Lo sorprendente es que, pese a lo insano de esta situación, la mayoría de las parejas funcionan así. Es más, a veces incluso se da el caso de que la balanza se invierte y el que antes fue sometido toma el poder y asume el rol de amo.

Mirado racionalmente, este tipo de control mutuo no es saludable. Pero, en la práctica, funciona. Claro, todas las dictaduras funcionaron muy bien en su momento. Ahora, por supuesto, no hay ninguna que aguante por siempre. Ya hemos visto lo que ha pasado con la llamada Primavera Árabe, y haciendo la conexión con el plano sentimental, por lo general este tipo de regímenes también están condenados a desbaratarse con una revolución . Y, como sucede con cualquier revolución, los subordinados y oprimidos esclavos se levantarán contra sus amos y tomarán el mando.

¿Hay alguna alternativa a todo esto? Porque si lo vemos con objetividad, toda relación parece seguir el mismo patrón. Jefes con empleados, padres con hijos, amigos con amigos… ¿es posible detenerlo? Sí, y no es necesaria una revolución. La palabra clave es balance.

Una relación bien llevada siempre partirá de la base de que existe un balance entre los miembros que la componen. Un equilibrio perfecto de afecto, entrega, pasión, fidelidad y respeto. Nadie quiere más, nadie ama menos. Ambos entregan lo mejor de sí desinteresadamente, sin esperar una retribución a cambio. Osea, no puede ser más obvio porque se llama una “pareja.” Ambos están en igualdad de condiciones.

No son necesarios esos infantiles juegos de “ignorar para atraer” o de “hacerse el interesante.” Ese tipo de tácticas que usan ambos sexos para conquistar son el ingrediente perfecto para que se comience con un desbalance. Lamentablemente, nos criaron con este pensamiento y las relaciones que establecemos vienen ya contaminadas con estas creencias. Pero se puede tener algo mejor. El balance existe y no es imposible lograrlo. Cuando te das cuenta del engaño que has vivido no pararás de buscar el equilibrio en tu relación actual o en una futura. Porque, seamos sinceros: a nadie le gusta vivir en una dictadura, ¿o sí?

Publicado originalmente en Publimetro Chile.

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