Nos concentramos tanto en alcanzar metas externas, en la búsqueda de la felicidad en logros materiales que creemos personales, que olvidamos que nuestro tiempo en la Tierra no está asegurado. La única verdad absoluta es que algún día moriremos y cada paso que damos nos acerca inevitablemente a ese final. ¿No es mejor a veces detenerse y disfrutar de lo que tenemos y nos hace felices? ¿Acaso no prefieres tener una vida feliz que un estante lleno de trofeos, bolsillos repletos de dinero o una pared tapada de diplomas? ¿Necesitas recorrer todo el mundo para darte cuenta que tu felicidad no estaba en los lugares, sino en las personas que dejaste en el camino?
Has lo que sientas cuándo lo sientas.