Estoy recostado en calzoncillos en la cama de la hostal. Frente a mí, mi pie izquierdo hinchado y vendado, irreconocible. Hace unas horas casi me mato bajando un cerro de tierra y cristales de sal, en medio del desierto, a un par de kilómetros de la ciudad.
El paisaje era sobrecogedor. Estaba completamente solo, bajo el ardiente sol del mediodía. Caminaba sin rumbo fijo, hasta que vi esas grandes formaciones rocosas. Me decidí a escalarlas, incluso cuando estuve frente a ellas y se veían mucho más grandes…
Me ha parecido genial la forma en la que has relatado tu experiencia allá, en las calientes arenas del Desierto de Atacama. Una vivencia fuerte, pero de la que, seguro, sacaste una gran lección de vida.
Cuídate, hacen falta letras como las tuyas en este mundo.
Muchas gracias por tu comentario, es un gran estímulo para seguir escribiendo mis vivencias e historias.