Soltería 101 – Capítulo 13 – Aniversario

Hoy se cumple el aniversario de mi ruptura. Este día, hace exactamente un año, tomé la decisión más difícil y dolorosa de mi vida. Las peores tres horas que he vivido comenzaron a gestarse más o menos a esta misma hora. Sin darle espacio a la duda ni al arrepentimiento de último minuto, destrocé sin piedad el corazón de quién hasta ese entonces fue la persona más importante de mi vida, la única a la que había amado. Entre lágrimas y un dolor emocional que llegaba a doler físicamente, nos abrazamos fuerte en la cama que nos cobijó por años y nos despedimos sin mirar atrás. Nunca más volví a verla.

Mientras vivía el horror de hacer sufrir a mi ser más querido, le rogaba a Dios estar tomando la decisión correcta. Desesperado, trataba salirme mentalmente de ese momento, pensando en cómo me gustaría que ya hubiera pasado un año de esta tragedia y que esa escena macabra que estaba viviendo fuera sólo un recuerdo difuso. Por suerte, ahora lo es. Con 365 días de distancia el recuerdo sigue siendo doloroso, pero ahora ya es eso, sólo un recuerdo.

Después de todo este tiempo y el daño que tuve que causar para cambiar mi vida, surge la gran incógnita: ¿valió la pena? Creo que sí. Terminar cumplió el objetivo que yo tenía, que distaba de las típicas razones superficiales que muchos tienen para hacerlo, como es el querer estar con otra persona o meterse con quién quieran. Para mí el fin tuvo un propósito mucho más importante, que era encontrarme a mí mismo a través de experiencias y situaciones que no podía vivir si no estaba soltero. De eso tuve mucho en el último año.

Cuando pienso en todo lo que he hecho desde que terminé, me cuesta creerlo. El ejemplo más claro de este enorme cambio lo refleja mi cuenta de Facebook. Ahí, antes del quiebre, tenía menos de 30 “amigos”, de los cuales tuve que eliminar a la mitad luego de aquel día. Ahora, hace menos de una semana, llegué a más de 100 contactos. Por superficial que se vea, para mí es un logro haber llegado a conocer a más de 80 personas nuevas, entre las que he hecho muy buenos amigos. Este cambio social se suma a todos los otros cambios que he experimentado, de los cuáles el más importante ocurrió hace poco.

Con 8 meses y medio de soltería en el cuerpo, tras casi nueve años de una relación que no terminó bien, lo que menos buscaba era el amor. Primero, porque quería vivir la “vida loca” de soltero, y segundo y más importante, porque no creía en él. Pero claro, no tenía idea lo que el destino me tenía preparado, y cuando lo tuve, agradecí cada minuto. Sí, me enamoré. Caí rendido a los pies de ella, mi vikinga, y en ese momento todo lo que había hecho y vivido hasta ese entonces tuvo sentido. Mi destino era ella, su destino era yo. Ahora que estábamos juntos nuestros caminos nunca se separarían…

Y me rompió el corazón. Aquella madrugada, sin siquiera mirarme a los ojos, su voz distante fue el instrumento que usó para, a través de Skype, matar todas mis ilusiones. Pero ahora logro entender su objetivo en mi vida. Después de semanas de pena, rabia y sufrimiento he logrado comprender su misión y, de paso, darle un sentido también al tiempo que pasé con mi ex.

Es terrible ser el primer amor de alguien. La vikinga me agradeció el haberle enseñado a amar, aunque el único que aprendió a amar en esa relación fui yo. Ella sólo vivió la mitad de lo que verdaderamente es amar, e hizo conmigo exactamente lo mismo que yo hice con mi ex. Lo bueno de esto es que he estado en los dos lados, y por fin puedo decir que ya entendí cómo funciona el amor. Sólo ahora que me entregué completamente a alguien puedo entender lo frustrante y doloroso que es estar con esa persona y no recibir esa entrega. Sé lo que se siente esa puta distancia, ese muro. Pero más aún sé lo que es amar con todo tu corazón y lo que se siente cuando éste es destrozado.

Creo mucho en el karma, y tengo certeza de que todo el sufrimiento del último año no sólo fue parte del aprendizaje que quería vivir como soltero, sino también mi pago por todo el dolor que provoqué el 19 de Septiembre pasado. Me imagino que a estas alturas ya cancelé mi deuda con intereses. El haber servido para que la vikinga aplicara conmigo el viejo dicho “echando a perder se aprende” fue mi última cuota. Desde este momento comienzo de cero. No más cagadas, no más errores, no más daño. Este aniversario marca el inicio de mi nueva vida. La soltería continúa…

Bonus tracks.

Quería meter estas canciones entre el relato, pero no hallé una forma natural de hacerlo, así que las dejo aparte. La primera es una canción que hice para mi ex, en la que hablo de que no me arrepiento de lo que viví con ella (es en inglés, las líricas en español están en la descripción del video http://youtu.be/cD233a5jUsE). La segunda es una canción del grupo Keane que habla de cómo me encantaría haber sido parte de la vida de la vikinga y no sólo una pequeña parada en su camino. Pero ella ya siguió adelante, así que le deseo suerte. Yo seguí adelante también.

Aclaración 1.

Es muy probable que mis escritos puedan dejar la sensación de que terminar fue un alivio. Sí, en verdad lo fue. Mi ex es una persona maravillosa y me siento feliz y orgulloso de haber compartido todo el tiempo que compartí con ella. Es la persona más importante de mi vida y nunca la olvidaré, y separarme de ella fue un alivio porque nunca la merecí. Nunca le dí lo que necesitaba ni me entregué completamente a la relación. Espero sinceramente que esté muy bien y que su vida haya mejorado ahora que no está conmigo.

Aclaración 2.

La vikinga no es una villana. Ella me amó, y mucho. Buenos Aires fue la culminación, el éxtasis. Si en Santiago ella cubrió su amor bajo un manto de indiferencia y distancia, en la capital trasandina no hubo barrera alguna. Ese fue amor de verdad, del más puro que existe. Lástima que duró tan poco.

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